Sol, rayos de sol por todos los lados y su aroma estaba vivo a pesar de la libertad que le empujaba a escapar.. no pensaba en nadie, por si solo necesitaba madurar.

Escalar montañas de humo para ver desde allí el amplio campo que le encantaba contemplar al amanecer...

Desde el silencio aterrador de su ventana sabia que cada gota que caía la podría congelar en un instante si se atrevía a cruzar el umbral de la puerta.

Ninguno de los dos sabia como despedirse sin estropear el momento, solo temían precipitarse..

-No te engañes, ambos sabremos que no lo aras.

-Eh, ¿a que viene eso?

-No puedes pretender conseguir tus metas, si tú no te crees capaz de llegar a ellas...